A contraluz

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Perder, encontrar y volver a perder. (así han transcurrido mis días). Encontrar una canción, por ejemplo. O perder un tren, aunque sea el tren ligero. Luego, en un miércoles cualquiera, regresar. Aunque después de tanto ir y venir no sepa a dónde realmente regreso. Y así, perder, y luego, olvidar. Perderme, de hecho;y  perder a alguien conmigo, si se puede. Y un rato más tarde encontrar el camino a casa; aunque la casa no se sienta como tal. Reencontrar una pluma que escribe bonito y perderle otra vez el miedo a escribir. Y a fracasar. Y volver a darle marcha a toda la maquinaría de esta cosa extraña. Darle una y otra vez a la manivela. Verla girar; girar, girar, girar. Y todo funciona de nuevo, al menos por cinco minutos, antes de que llueva y se lo chingue todo el gato diablo que me persigue por la vías. Y entonces sentarme en el piso del metro y querer llorar por cualquier nimiedad. Pero empiezo de nuevo: ganar, tener, perder, olvidar. Reencontrar una vieja fotografía; o aún mejor, encontrarme en ella, aunque no sea yo. Y sonreír sin motivo otra vez. Y temer sin motivo, también. Y correr para no perder el tren (aunque sea de tren ligero). Y correr al metro, sólo por correr. Y pensar en ti; pensar que piensas en mi pensando en ti. Y pensar. Traer a la memoria a Epicura, a Sócrates, Protágoras y los cuates de siempre. (amigos imaginarios). Dormir por hábito, comer por horarios. Beber café. Y después tratarle de dar estructura a todo, incluso al dolor de espalda y hombros. Y al sur de la ciudad, que está tan borroneado; y al Centro Histórico, con sus pisos levantados; y a la Condesa, insufrible; y a la Roma, añorada; y a la Narvarte, temida. Y darle a la manivela. Para gire todo a su ritmo por cinco minutos. Antes de que, repito, venga el chingado gato diablo y lo joda todo. Y me joda a mí. Y a ti. Y a nuestros amigos. (ya sabes esa monserga: pronto tendremos 30, qué hemos hecho de nosotros). Y callar profundo, un silencio terrible y pasmoso, cómplice de nuestra mediocridad. Pero nos susurramos, para calmarnos, que no fue nuestra culpa. ¡Son los tiempos! tiempos aciagos, nos decimos, como señoras rezanderas. Mira que triunfar es tan subjetivo… mira que la economía… ¡y la política!… y mira que yo, y mira que tú, y mira que estamos mejor que él. Y terminar rechonchos de autocomplacencias y autojustificaciones. Limpiarnos las bocazas con la servilleta de la razón y reír de alguna pendejada. Vaya días. Días de encontrar, perder y olvidad. ¿O fueron de reencontrar, retener y después aventar? Y romper contra la pared, en un berrinche tuyo, u dejarlas en la mesa en un descuido mío. O simplemente se nos fue la vida entre cafés. Y ahora somos una wasted genration, a punto de ser destrozados por los que vienen. Los que vienen… ahora sí les tememos, ¿verdad? Porque viene con madre, dicen. Porque saben más que nosotros… porque… porque nosotros somos estúpidos y felices. Allá ellos y su vida, acá nosotros y la nuestra. Y sonreír. Y olvidar sonreír. Y quererte tanto condenada. Quererte tanto… tener, perder, recordar, olvidar. Olvidar… pronto nos olvidaremos de estos días con la misma facilidad que los encontramos. Adiós memoria, hola ciudad.

Antropología Chilanga: Famila A, o especies Posonas

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Volver nunca es fácil. Como reza el viejo adagio: quien se fue a la villa, perdió su silla. Hace 10 años era relativamente fácil ubicarse en el panorama subcultural del DF. Vestías de negro, eras Dark; te gustaba el Metal, eras metalero; la rebajas de Zara te enloquecían, era fresa. Y ya, no había más.

Si no encajabas en este breve panorama, eras un equis cualquiera. Poco importaba si te gustaba el ánime, la filosofía o masturbar a tu abuelita: eras un equis. Pero ahora, 10 años después, encontrar tu lugar en esta nueva sociedad estratificada es todo un dolor de cabeza. Las distintas subculturas evolucionaron -cual pokemones- en nuevas y ceñidas modas juveniles que todavía no alcanzan a la provincia más próxima.

En esta primer entrega de antropología chilanga -y gracias a la magia de Adobe Illustrator-, os presento la primer familia de nuevas subculturas: La familia A, o familia de especies «Posonas», integradas por los Hipsters, los Emos, PeeWees, Modernas, Fashonistas y Fresas.

El elemento característico de esta primera familia es su propensión a la escenocidad, traducida como un «mírame-mírame» que tiene dos funciones vitales esenciales: la supervivencia social a través de la distinción vía estatus y el apareamientos (especialmente en el caso de las Modernas).

Esta familia es tanto diurna como nocturna, y es común encontrarlas en grupos poco estratificados (tribus gregarias, que les llaman). Su acceso a las nuevas tecnologías de la comunicación es variado y sectorial (mientras los hipsters dominan el ahora reducido mundo de los blogs y el twitter, los emos aún dominan las ruinas de sitios como metroflog y Hi5; las modernas, por su parte están en todos lados).

En el mundo off line es común encontrar a los especímenes de esta familia en centros comerciales y plazas públicas. De hecho, cualquier lugar que permita su observación directa por las demás especies es bien recibido por ellos. De ahí que en esta primera clasificación (susceptible de errores, lo sé) se encuentren alineados por rasgos de vestimenta y capacidad intelectual. Para esta familia el look lo es todo, y básicamente es la base de sus criterios de socialización y cohesión al interior del grupo.

Cualquier comentario que enriquzca esta clasificación (o empobrezca mi autoestima) será bien recibido. Por mi parte, salgo a explorar el inquietante mundo urbano. ¡Se leen!

Si creías que tu última opción era ser teibolera…

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… estás totalmente equivocada. Ahora ya no basta con tu movimiento sexy, tu moral clasemediera relajada y tu bebé de seis meses. En estos tiempos posmo requieres estar certificada para ser una reinita teibolera de luces de Nueva York.

Si no me crees, nomás mira este bonito anuncio que encontré:

¡Qué tal! Secretaria por las mañanas y maestra del tubo-tubo-tubo por las noches. Seguramente es parte de la currícula para las licenciaturas en baribales modernos y edecanzago (esa es la parte de «Arte», en la de Tecnología seguramente está la lic. en diseño de sitios web porno).

Felices trazos.