La banda pacheca de la Ibero me da cosa. No sé, como que no sacan lo mejor de mí. Siempre que estoy con ellos me recorre un escalofrío por lo brazos; así, muy raro. Y no es la primera vez que fumo con ellos, pero no sé, desde un principio como que no hicimos click. Nunca me han puesto jetas ni nada por el estilo. Pero no me late estar con ellos. Sin embargo, para conseguir mercancía, pues son la opción. Y más que ellos, pues la Vaka, en realidad. Y hoy tuve que fletarme su compañía un buen rato. Pero todo sea porque este viernes tengamos un buen postre para la cena.
No compré mucho, sólo un cincuenta; pero creo que me casiquearon gacho. Pero pues ni pedo, ni modo que yo, así de fresa y ñoño como soy, me vaya a parar al mercado Zapata o a la Cocota para hacer un necte. La otra opción era el Tuzo, pero la neta, hace mucho que no lo frecuento y hablarle sólo para pedirle dulces, pues como que no me late. Así que dependo estrictamente de la banda pechenais de la Ibero.
Cuando me encontré a la Vaka estaba platicando con la Pink Leidi. La verdad no sé si de dio color de qué era el encargo. Digo, famita de fumador ya tengo, pero como que sigue en el territorio de los rumores. Más bien, me tienen conceptualizado como un fumador social. Y prefiero que piensen eso de mí. Ya me imagino el bonito escándalo si alguna de mis alumnitas mochilonas de primero se entera que su profe le entra con singular alegría a los estados alternos de consciencia. Se paran de chichis, me cae. Pero como sea, creo que la situación está bajo control.
Cuando llegamos a uno de los centro pacheco satélites a la Ibero, andaban discutiendo si se iban a compar PVC o si mejor se daban un aire. La verdad sea dicha, eso ya está como que muy de asquito. Una cosa es entrarle a los químicos y a las yerbas… incluso de vez en cuando meterte medicinas pues está cordial. Pero ya andar moneando con pegamento y limpiador de teclados, p’s, como que no; o como dirían por ahí: Cero glamour.
Llegamos en el coche de un wey de psicología. Muy burgui su nave, la verdad. O al menos muy burgui para las fachas de pandroso que se carga; pero bueno, es pandroso Ibero, así, de pantaloncitos Livaís descoloridos y rotos de fábrica, con cinturón de estoperoles de Astralfríks y mochilita de Springfild llena de pines y botoncitos tipo Chopo. Enigüeis, pues llegamos y el wey y la Vaka se bajan. Pero yo, todo paniqueado porque no quería tener interacción con la bola, me quedé en el coche, así, bien princesita de Polanco, esperando que me dieran mi cincuenta de mota en la ventana, bien Auto Mac. Todos voltearon a verme. Saludé desde mi asiento trasero a unos cuantos que conocía y luego me hice pendejo, así, mirando por la ventanilla y como que muy cansado, así, como que con sueñito y hueva. Pues bueno, la Vaka hizo el conecte y me trajo mi marcancia. Y yo, feliz, así, saboreándome el dulce postre para nuestra cena. Y pues ya, unos weyes se trepraon y de regreso a Iberolandia. A lo sumo me fleté unos minutos sus inteligentísimas pláticas. Pero bueno, de los males, el menor.
De ahí me fui corriendo al Cinépolis, para alcanzar la primer función del día del tour francés. Pues bueno, corrí, volé y me aceleré. Y llegué así, todo sudado, con el frufrú casi casi de taparabos y el boxer todo movido (me queda grande). Y pues ya, llego a la ventanilla, saco mi bono y ¡Tómala puto! «No joven, este, pos no nos ha llegado la película ¿usté cree?» Y yo: ¡Chale!, porque con el puto sol de medio día me tuve que regresar caminando a mi casa, porque gracias a las putas obras viales no hay combis por la zona… so, a caminar puta. Y a me tienen caminando bajo el sol, con la boina, el frufrú, el sueter de lana y el pantalón de pana. Puta madre, fue un horno. Pero llegué sano y salvo a mi casa. Dispuesto a jetearme.
¡Pero ya, basta de tantas pendejadas! A últimas fechas me ha dado por escribir pura cotidianeidad inservible y obsoleta. Grrrr. Cada día me vuelvo un poco más menso y superficial. Y creo que así está bien.